No moriré sino que viviré para contar lo que Dios ha hecho. Salmo 118:17
Un Huracán de categoría 4 se dirigía rápidamente a las costas de Carolina del Norte. El centro de toda la catástrofe : Wilmington NC, la ciudad donde hace 5 meses estoy viviendo.
El presiente de Estados Unidos anunció el desastre diciendo que iba a hacer uno de los más grandes de la historia, que evacuáramos y que tomáramos todas las precauciones que pudiéramos. Teníamos 4 días para prepararnos, comprar agua, comida no perecedera , linternas, baterías, gas, gasolina y todo lo que pudiéramos para sobrevivir. Supermercados vacíos, filas para comprar agua e incluso escases de madera para cubrir las ventanas de las casas, era lo que se vivía el día antes de el huracán. Sumado a esto, el miedo, la gente huyendo y la ansiedad general sobre la ciudad.
Algo nos acompañó todo el tiempo a mi esposo y a mi y fue una paz sobrenatural. Los dos sentíamos que no debíamos irnos, que estaba bien quedarnos y que Dios cuidaría de nosotros. Decidimos quedarnos y con la decisión vino la confirmación de Dios en su palabra que estaba bien quedarnos, sentimos gozo y paz.
PUES EL SEÑOR SU DIOS SECO EL RÍO A LA VISTA DE USTEDES Y LO MANTUVO SECO HASTA QUE TODOS CRUZARAN, TAL COMO LO HIZO CON EL MAR ROJO.
Cubrimos las ventanas, compramos comida para dos semanas, linternas, y nos aseguramos de que todo estuviera en orden. El primer milagro que vimos es que el huracán Florence llegaría en categoría 4 casi 5, y se estacionaría sobre Wilmington varios días anunciando una devastación total. Sin embargo tocó las costas siendo categoría 1 y duro unas cuantas horas para convertirse después en tormenta tropical. Solo Dios puede hacer algo así, aún los que saben mucho del clima se preguntaron cómo pasó.
La amenaza más grande que teníamos era un árbol gigante en el jardín trasero de la casa. De todas las posibles maneras en las que podría caerse, solo había una donde no nos haría daño. Dios le había dicho a mi esposo que ese árbol no se caería sobre nosotros, sin embargo ante el ruido fuerte del viento de 160 km/h (100mph) y la fuerte lluvia, era muy fácil tener miedo y no poder dormir en paz.
Oramos y oramos y supimos en nuestro corazón que nada nos pasaría. Florence llego cerca de las 3 am, nos levantamos y el árbol había caído de la única manera que debía caerse para estar a salvo. Reímos y agradecimos a Dios. Tal vez si hubiéramos evacuado no hubiéramos experimentado esto: Tener fe y estar en paz incluso cuando la amenaza esta justo delante de ti !
Seis días después del huracán, aún seguíamos sin electricidad, la nevera perdió su temperatura y cocinamos en una grill de gas que tenemos. El tiempo pasa lento cuando no tienes mucho que hacer o con que distraerte y sobre todo cuando la tecnología ha tomado tanto de tu vida que sin ella te das cuenta que haz perdido la oportunidad de distraerte con cosas más productivas.
Compartir en familia, pintar, hablar, jugar juegos de mesa, dibujar, visitar a los vecinos, hablar con todos los vecinos!, preocuparse por desconocidos mas de la cuenta, estar sentados en la sala a la luz de la vela, existiendo y compartiendo en silencio, ser agradecidos por el agua fría, la comida fresca y la ducha caliente, son cosas que alimentan el alma y que solo llegan cuando un Huracán toca tu puerta.
También enfrentarnos a nuestros propios demonios, a nuestros miedos, al huracán que cada uno lleva por dentro, fue la oportunidad de que en el silencio y la oscuridad Dios nos hablara y nos limpiara.
Llegó el domingo, la iglesia no abrió, los caminos estaban inundados y cerrados, la mayoría de personas habían evacuado. Sin embargo tuvimos el servicio más pequeño que he visto en mi vida. La casa de Los pastors queda a una sola calle, tuvimos Alabanza, una enseñanza y la cena (jugó de uva y pan) para 4 feligreses (mi esposo mis suegro y yo ), Dios hablo y esto nos dijo:
“Las nubes se agitan bajo su mando y hacen por toda la tierra lo que el ordena. EL HACE QUE ESTAS COSAS SUCEDAN PARA CASTIGAR A LAS PERSONAS O PARA MOSTRARLES SU AMOR INAGOTABLE” Job 37:12-13
“El ordena que caiga la nieve en la tierra y le dice a la lluvia que sea torrencial. HACE QUE TODOS DEJEN DE TRABAJAR PARA QUE CONTEMPLEN SU PODER. Los animales salvajes buscan refugio y se quedan dentro de sus guaridas. El viento tormentoso sale de su cámara y los viento impetuosos traen el frío” Job 37:6-9
En otras palabras, Dios permitió esto para mostrarnos su amor inagotable y para que nos quedáramos quietos, no trabajo, no rutina y poder contemplar su poder. Ese poder que nos protege y que respalda nuestra fé.
Hoy 21 de septiembre, 9 días después del huracán, parece que todo esta volviendo a la normalidad. La Luz nos llego ayer y sentimos que se respira un nuevo comienzo y una nueva esperanza, después de que tanta agua limpiara la tierra. No solo la externa sino también en nuestro corazón. Tristemente muchas personas perdieron sus casas, mas de 34 muertes, aun hay miles en refugios del gobierno esperando por recuperar lo perdido. Nuestras oraciones siguen con ellos y se que Dios tiene misericordia de aquellos que están en esta situación.
Para terminar, quiero decirles que estoy muy agradecida con Dios, que ahora veo la vida aun más colorida y hermosa, y que el sol enserio!, siempre esta ahí, listo para hacer su entrada triunfal y traer esperanza cuando la Tormenta se acaba.
Algún día le contaré esto a mis hijos y nietos, les diré: “Florence vino y esto me enseñó”
Aunque lo fácil sea huir de la situación, es mejor parar y pregúntale a Dios. El aveces nos dice que permanezcamos en medio del huracán para mostrarnos su amor y su poder. Preguntale a Dios que hacer, aunque la respuesta sea obvia humanamente, no sabes si Dios quiera que hagas lo contrario.
El miedo es real solo cuando lo que estas viendo y viviendo te habla mas fuerte que lo que te ha dicho Dios. Permite que su promesa sea tu guía y no lo que estas viendo. Si el dice que estarás a salvo y que cruzaras al otro lado, así va a ser.
Solo un gran arbol cae de raíz, cuando una gran tormenta viene sobre el. Tal vez las situaciones mas difíciles de nuetsra vida están ahí, para derribar aquellas cosas que han plantado raíces profundas en nuestro corazón pero no le pertenecen a Dios. El siempre usa todo para el bien de quienes lo aman.